Valores Cuba, blog de Sonia Castillo Cabreja

Valores Cuba, blog de la periodista Sonia Castillo Cabreja sobre los valores humanos

Valores: lo humano nuestro

La existencia del hombre se debate desde siempre en torno a este polisémico vocablo: valores, y su par contrapuesto, es decir, los antivalores. De tal suerte, al bien lo acompaña el mal; a lo correcto, lo incorrecto; a la virtud, los vicios. Visto así, la vida no es más que una edificante confrontación interior por hacer prevalecer lo mejor de nosotros.
Claro que lo “mejor de nosotros” puede tener tantas lecturas como lectores me leen en este minuto. La percepción de la realidad es un proceso individual trasuntado por la cultura y los intereses.
En la Comunidad Primitiva, lo “mejor de nosotros” pudo ser cazar, pescar y recolectar frutos para compartir a igual ración entre todos. El más social de los animales, el hombre, procuró relaciones con sus semejantes que se sustentaban en el trueque a fin de satisfacer necesidades vitales. Nunca vivió con tan poco ni fue tan feliz, en su estado natural.
Cuando las relaciones de producción se tornaron más complejas, por el propio desarrollo de las fuerzas productivas, y hubo un excedente de mercancías, de inmediato apareció la codicia y, con ella, el pretensión de algunos de someter y explotar el trabajo ajeno.
La acumulación de riquezas, que no de virtudes, acentuó las diferencias sociales; así
surgieron las castas, luego las clases y, con estas, una ordenación de la sociedad que
privilegió el poder de una minoría enriquecida sobre la mayoría trabajadora.
Desde la abominable aberración de la “era” esclavista, pasando por la Cristiandad- así llaman algunos teóricos a la Formación Económico Social Feudal-, hasta la más corrompida y enferma de todas, el Capitalismo, “lo mejor de nosotros” tuvo lecturas profundamente egoístas, excluyentes y, por tanto, deshumanizadas: “Yo sí; tu no, y para que te estés tranquilo, invento a tu alrededor un mundo de fetiches y enajenación”. Vale decir, de manipulaciones y mentiras.
Esa contradicción ético-moral ha sentado las bases para el surgimiento de un modelo social que propicie la plenitud humana y, efectivamente, dé espacio para que aflore “lo mejor de nosotros”.
Pero no basta el modelo. Las herencias de la sociedad precedente no se borran de un plumazo. Ya se dijo que la realidad se percibe desde la cultura y los intereses. Y el fracaso del paradigma socialista de desarrollo en otras naciones, sembró desconcierto y duda acerca de su viabilidad y justeza.
Eufórico, el monstruo se lamió su entraña egoísta y se afiló los dientes. Las medidas económicas adoptadas para sobrevivir y salvar la dignidad amasada con sangre y sudor de muchas generaciones de cubanos, si bien oxigenaron las finanzas del país, también sirvieron de caldo de cultivo para que creciera la mala hierba.
Debido a la necesidad de establecer la dualidad monetaria, aparecieron privilegios no provenientes del trabajo honrado, y florecieron desigualdades inusuales en el entorno cubano. El egoísmo asomó su oreja peluda, e intentó desplazar conductas raigales de nuestra gente como la generosidad, la solidaridad, la cortesía, la educación formal, la sensibilidad ante el dolor (o la necesidad) ajeno.
Se trastocó el valor del trabajo y, con él, la percepción de que valemos en correspondencia con lo útil que podemos ser a los demás; en la misma medida que aportamos más a la sociedad; no a “mi mismo”.
Algunos dieron en llamar a este doloroso proceso “crisis de valores”, y lo justificaron con la pobreza material que nos trajeron los años duros del Período Especial, olvidando acaso que antes de 1959 hubo uno peor y, sin embargo, el deber de trabajar para ganar el pan y la decencia, gozaban de una significación social elevada, aun cuando los niveles de instrucción no eran en nada comparables a los de hoy. Es que resulta una cuestión de sentido común. No le falta razón a quienes alegan que Cuba es el único país del mundo donde se puede vivir sin trabajar.
Preclaro y sabio en la complejidad de su pensamiento, el compañero Fidel llamó a estas manifestaciones “Batalla de Ideas”, porque eso era, y es: la pugna entre los antivalores de la ideología capitalista (individualismo, egoísmo, avaricia, vanidad…) y la infinita humanidad que entraña el ideal socialista de nuestra Patria, tan vilipendiada y vejada en las plumas hipócritas de los voceros de ese sistema, inmerso no tanto en una crisis económica, como de credibilidad.
“El verdadero revolucionario está guiado por profundos sentimientos de amor”- expresó el Ché. Y sin humanismo, no hay amor. De eso se trata.

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Mujer de arena

Enelia Ávalos, directora de la fábrica de bloques para la construcción

Enelia Ávalos, directora de la fábrica de bloques para la construcción

En la cantera “Jesús Suárez Gayol”, del municipio Santa Cruz del Sur, hay 22 trabajadores, de los cuales cuatro son mujeres, y una de ellas asume con orgullo el haber sido la primera cubana en dirigir, desde hace seis años, una línea de producción de bloques destinados a la construcción.   Lee el resto de esta entrada »

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