“Al venir a la tierra, todo hombre tiene derecho a que se le eduque y después, en pago, el deber de contribuir a la educación de los demás”.
Inicio el 2011 con este pensamiento de José Martí, a modo de homenaje al Maestro de los cubanos. El 28 de enero se cumplen 158 años del milagro de una vida que nos inspira y alienta porque encarna- y hablo en presente-los valores que soñamos- y a los que no renunciaremos jamás- para nuestra sociedad Socialista: el humanismo, la honradez, la sencillez, la humildad, la generosidad, la verdad, la laboriosidad…
A ello me afano, feliz, en la Universidad de Camagüey, donde se forman los ya nuevos soldados de las ideas que salvarán a la Humanidad.
Pero “yo tengo más que el leopardo”: tengo amigos, buenos amigos, que piensan a Cuba, que la aman tanto como yo, y que tienen a bien escribir para quienes visitan esta bitácora devota de las esencias.
¡Muchas gracias, Mario!
Usted me honra.
¿Por qué los cambios necesarios en la economía cubana?
Por Mario Alejandro Montesino Fernández
Desde el triunfo de la Revolución, la pretensión de la dirección del proceso ha sido cambiar las estructuras neocoloniales que mantenían al país sometido a los dictados de Washington, no es necesario que explique la ignominia en que vivíamos los cubanos.
Cuba era el balón de ensayo para la penetración posterior en toda América Latina de los casinos de juego, casas de prostitución, drogas y sistemas de dominio cultural, económico y político que después se extendían a otros países del área. Éramos la Perla del Caribe, no por las innegables bellezas de nuestros paisajes, sino por las grandes oportunidades para la penetración del gran capital.
A fuerza de tesón, patriotismo y dignificación del pueblo se avanzó tanto que pensamos que era posible construir una sociedad totalmente justa, hasta el punto de que tratamos de subvertir todas las lacras del pasado; y por ese camino se introdujo un modelo en progresiva construcción que aspiraba a contar con una sociedad que rebasara el modelo capitalista y llegara a la sociedad comunista abreviando, eliminando incluso el necesario período de transición.
Es verdad, y así lo atestiguan los hechos, que hemos avanzado mucho eliminando diferencias enormes entre el campo y la ciudad y entre el trabajo intelectual y el trabajo manual.
Constituimos un ejemplo de independencia y soberanía nacional para todos los pueblos del mundo, pero no tuvimos en cuenta en su justa medida la influencia negativa del acoso montado por las fuerzas del imperialismo que no pueden tolerar que el ejemplo cubano cunda por el mundo: cómo es posible que este pequeño archipiélago sea la única economía sustentable del planeta (según datos aportados por la Naciones Unidas en 2003); de dónde sacamos fuerzas y recursos para contar con un sistema de salud y un sistema educativo mejor que el de muchos países del primer mundo, a pesar de las insuficiencias materiales; cómo es posible que miles de colaboradores cubanos acudan a cualquier país del mundo que requieren enfrentar catástrofes y penurias graves; por qué es que podemos prescindir de la “colaboración” y aprobación que invariablemente debería llegarnos del norte.
Así las cosas, el Partido Comunista y el Estado cubano han valorado la situación interna y externa en que se haya inmerso el país y han adoptado decisiones que se encaminan a hallar soluciones adecuadas a la realidad existente.
La compleja coyuntura nos obliga a rectificar: debemos asimilar los cambios que ocurren en el mundo y aplicar fórmulas que potencien la necesidad de trabajar para acceder al pleno desarrollo económico; tenemos que mantener la igualdad de oportunidades para todos, pero sin igualitarismo ni paternalismo; es impostergable eliminar los subsidios onerosos a los productos básicos que consume el pueblo; es imprescindible que la conciencia económica se adquiera no sólo por el discurso sino que se desarrolle como una consecuencia de las afectaciones al bolsillo que obliguen a todos a planificar el gasto del hogar; es necesario invertir los recursos financieros en las áreas productivas que propicien el mayor y más rápido efecto económico; se impone lograr un crecimiento sostenido de la productividad e intensidad del trabajo sobre la base del ahorro de recursos y la alta disciplina tecnológica y laboral; deben incrementarse los ingresos de los que trabajan de manera que el salario se convierta en su fuente fundamental y suficiente para la vida; se requiere la eliminación de la dualidad monetaria que es fuente de prácticas subterráneas ilegales; debe liberarse al Estado de la producción y prestación de servicios menores que deben pasar en buena medida a la gestión privada; lograr la producción de alimentos en volumen suficiente para abastecer las demandas del consumo de todos aquellos productos que pueden obtenerse en las condiciones del país.
Todos estos cambios deben operarse a la mayor brevedad, el país lo está haciendo y junto a estos, otros de apoyo como el combate decidido al acaparamiento, el cobro de las deudas acumuladas por la población con las instituciones bancarias, la implantación plena de la disciplina tributaria, la elevación de la calidad y oportunidad de la contratación económica, la cancelación de prohibiciones que limitan la iniciativa personal en múltiples esferas, la eliminación del secretismo económico mediante la aplicación de un sistema de información sistemático a la población y la práctica extensa de la crítica en todos los niveles y en especial en los medios masivos de comunicación.
¿Hacia dónde nos conduce el cambio del modelo económico?
A la construcción de un país autosuficiente en todos los renglones de la producción y los servicios en que tenemos y en los que podemos adquirir experiencia y tecnología de punta; a la elevación del nivel de vida de la población de manera que se elimine la angustia actual de muchas familias por conseguir los alimentos del día a día; a la producción de artículos y servicios de alta calidad para la exportación y para sustituir muchas importaciones que hoy entorpecen el desarrollo económico.
Esto en conjunto con los enormes logros en la ciencia, la salud, la educación, la cultura, el deporte y la seguridad social deben convertirnos en un pueblo no solo ejemplar en cuanto a solidaridad y soberanía, sino en lo concerniente al desarrollo económico.
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