Valores Cuba, blog de Sonia Castillo Cabreja

Valores Cuba, blog de la periodista Sonia Castillo Cabreja sobre los valores humanos

CORTINA DE HUMO

En su larga lucha de más medio siglo, la Revolución Cubana ha conocido de muchos otros inventos como este de convertir a vulgares delincuentes en “víctimas del Comunismo” ¡Puras cortinas de humo!
Como expresa el admirable Enrique Ubieta en su artículo publicado por el diario Granma, a los “dolientes” no les importa en lo absoluto la muerte de un ser humano que recibió todos los cuidados necesarios, como solo saben hacerlo los médicos cubanos, en Cuba, en Haití, en Pasquitán o en cualquier lugar del planeta. Y lo afirmo sin chovinismo alguno. Más bien con profundo orgullo.
Si a quienes acusan a la bandera de humanismo y solidaridad que es Cuba- ¡qué extraño que la prestigiosa CNN confundiera a un médico cubano, de los que han salvado miles de vidas después del terremoto en Haití, con un médico español!- , les importara realmente la muerte, reinara la paz en el mundo, y ya sabemos quiénes son los artífices del dolor y la destrucción de la vida, y de la cultura, en nuestro sufrido planeta- recuérdese la Guerra del Golfo, recuérdese Afganistán, Yugoslavia, Irak…- por el control de los recursos, cada vez más escasos, que posee nuestra casa común.
No para mitigar el hambre de los niños que mientras escribo estas líneas están muriendo por inanición, o por falta de una aspirina para bajar su fiebre, no, sino para saciar sus insaciables apetitos en un irracional consumo que está destruyendo el hábitat de nuestra especie.
Quieren el petróleo de Irak, como el de Venezuela, para que Las Vegas siga siendo el derroche de luces y de los más bajos instintos humanos; quieren el petróleo de México en virtud del Tratado de Libre Comercio para contaminar al aire que respiramos con filas y más filas de lujosos automóviles que se sostienen con la miseria y la muerte de millones; quieren el coltan atesorado en las minas del Congo para engordar más y más los bolsillos de las transnacionales de la telefonía celular, mientras le pagan salarios de muerte a los niños congoleses que en ellas trabajan, mal alimentados y expuestos a todos los riesgos que para su salud implica esa explotación -¿por qué no los mandan mejor a la escuela como hace esta pequeña Isla bloqueada con todos sus niños, sin excepción?.
Es nauseabundo apreciar el modo en que pretenden engañar a los pueblos los voceros del Capitalismo.
¡Qué moral les asiste!
¿No sienten repugnancia de sí mismos?
Cuba no le hace guerras a nadie. Cuba es generosa. Es humana.
Cuba no manda soldados a Haití; manda médicos, desde mucho antes del terremoto. Manda maestros a cualquier confín de la tierra donde haya un ser humano deseoso de entender la inexplicable realidad que le rodea.
Estados Unidos no, el imperio manda soldados.¡Muerte y más muerte!
¡Cuánta hipocresía! ¡Qué degradación moral la de este sistema de opresión de nuestros pueblos!
¡Los ricos no quieren soltar el jamón!
¡Los ricos quieren que sigamos siendo sus esclavos, sus proveedores de materias primas, su basurero de desperdicios tóxicos como la puertorriqueña isla de Vieques!
¿Por qué no se escandalizan con las siete bases militares norteamericanas en el corazón de nuestra América, en franca provocación a la Revolución Bolivariana? Claro, el Comandante del pueblo bolivariano los privó del petróleo que ahora se comparte entre los pobres de este continente.
¿Por qué no cuestionan la traición de Álvaro Uribe- la quinta columna; el Gorbachov de América- a los sueños de integración de nuestros pueblos? ¿Ellos no se unen en Europa o en la OTAN? ¿Por qué no podemos unirnos nosotros? No nos unimos para privilegiar a unos pocos; nos unimos en favor de los pueblos.¡Que estemos unidos les da pavor!
¿Por qué no escandalizan por la presencia de Inglaterra en la Islas Malvinas, de soberanía argentina? ¡Ya empezaron los trabajos de prospección petrolera! Petróleo, siempre petróleo. ¡Los atormenta no tener petróleo para sus lujos y privilegios! ¡Y para los portaaviones, submarinos y todo el aparataje de muerte de su Complejo Militar Industrial y Cultural!
Hábiles como son- y se creen que somos bobos- al propio tiempo se están aliando los ingleses a la estrategia de cercar militarmente a Cuba y Venezuela, inspiradoras de la revolución social en América Latina, como lo soñaron Bolívar y Martí ¡Qué casualidad!
No quieren darse cuenta de que nada podrá detener el curso de la historia, como ha dicho el compañero Fidel, guía y ejemplo de los hombres que soñamos un mundo mejor. Ni sus guerras destructoras, ni sus guerras mediáticas para socavar la luz, la esperanza que somos para los desheredados de la tierra, que somos los más.
En todo caso, con tantas mentiras y falacias, los Capitalistas y sus voceros cavan cada vez más hondo su tumba moral. El oro con que pagan a sus mercenarios, tiene todavía- ¡y por siempre!- el espíritu de nuestros pueblos originarios, maltratados, humillados y aniquilados por la misma fuerza bruta que hoy nos amenaza: la de la codicia; la del egoísmo, la de la vanidad y la del abolengo olvidadizo. Oro que respira el aliento de las drogas. De las armas. ¡Oro sucio!
Volvamos los ojos a la Historia. Todos los imperios sucumbieron por su degradación moral. La virilidad de un pueblo no se sostiene con armas.
«Trincheras de ideas, valen más que trincheras de piedras».
Y la razón nos asiste.
Seguimos aquí. Fieles a la verdad y a nuestros pueblos.
¡Viva el Socialismo!
¡Abajo el Capitalismo!
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Réplica clasista

Salim:
La entrevista que le concede a mi colega es honesta, inteligente, pero al propio tiempo contradictoria.
Trae sobre el tapete el ya legendario dilema sobre la libertad de expresión o, como preferimos los marxistas, el carácter clasista de la información.
¿Qué libertad de expresión hay en los países capitalistas, como usted mismo cuestiona, sobre la realidad cubana? ¿Qué saben realmente los norteamericanos sobre el criminal bloqueo a Cuba? ¿Qué sabe el pueblo de ese país acerca de Gerardo, René, Tony, Ramón y Fernando?
¿Por qué no hablan los grandes medios de ello?
¿Acaso tienen temor los periodistas de que los feroces organismos de inteligencia yanquis los lleven hasta las prisiones o centros de torturas que Estados Unidos tiene diseminados en el mundo, con el silencio cómplice de la Unión Europea?
Los pobres tenemos que entender el derecho de los ricos a silenciar lo que no conviene a sus intereses hegemónicos y de sometimiento secular de la inmensa mayoría del planeta.
Y los ricos no pueden entender nuestro derecho a silenciar lo que no conviene a los intereses de nuestros pueblos. Nosotros con la desventaja adicional de no contar con el poderío tecnológico que sí poseen ellos y con todos los recursos de manipulación y enajenación de las mentes con su brutal publicidad comercial.
No es una guerra a mano, colega.
Es una guerra desigual.
Porque además, esas violaciones a los derechos humanos que usted dice existen en Cuba, no son tales, en todo caso sería más justo llamarle expresiones de la feroz guerra económica y financiera en que hemos tenido que sobrevivir, desarrollarnos y repartir con la mayor justicia y equidad posibles.
En vez de violaciones a los derechos humanos, por voluntad expresa de nuestras autoridades, como política de estado, como deseo malsano del poder institucionalizado, que es como se pretende presentar, habría que decir que ahí donde un cubano no es feliz- bien entendido el término- ha faltado el recurso del que nos priva el bloqueo, porque nadie podría poner en dudas el humanismo de este proceso revolucionario, muy distante por cierto, del modelo de sociedad excluyente y discriminatorio que ofrece el capitalismo, a pesar de contar con todos los recursos de nuestro esquilmado planeta.
A los capitalistas no les importa el ser humano; a los socialistas, sí.
A los capitalistas sólo les importan sus ganancias, esas que garantizan sus privilegios y su poderío.
A los socialistas nos importan los valores humanos, la ética, la moral, la verdad. La limpieza interior del hombre, porque esa es la verdadera libertad.
Y por eso molesta la actitud hipócrita de Yoanis.
Esta mujer no defiende el interés de nuestro pueblo.
Defiende su interés particular, a saber, el de recibir dinero por desacreditar a la tierra donde nació.
Le hace el juego al enemigo de sus coterráneos.
A quienes nos privan de recursos y nos impiden resolver muchos problemas que quisiéramos resolver, como el de la vivienda o el transporte.
Es una oportunista.
Es una mercenaria al servicio de los intereses del gran capital que le paga sus apetitos personales y su vanagloria intelectual, si es que se puede ser un intelectual traicionando a la patria que nos da el ser.
Es una contrarrevolucionaria, no una «ciberdisidente».
Sencillamente.
Basta de eufemismos.
Cuando se hable de los efectos del bloqueo a nuestro pueblo y de los Cinco en el New York Times o la CNN, yo entenderé el derecho de Yoanis Sánchez de denigrar a su país.

Le mando un cordial saludo.

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Valores: lo humano nuestro

La existencia del hombre se debate desde siempre en torno a este polisémico vocablo: valores, y su par contrapuesto, es decir, los antivalores. De tal suerte, al bien lo acompaña el mal; a lo correcto, lo incorrecto; a la virtud, los vicios. Visto así, la vida no es más que una edificante confrontación interior por hacer prevalecer lo mejor de nosotros.
Claro que lo “mejor de nosotros” puede tener tantas lecturas como lectores me leen en este minuto. La percepción de la realidad es un proceso individual trasuntado por la cultura y los intereses.
En la Comunidad Primitiva, lo “mejor de nosotros” pudo ser cazar, pescar y recolectar frutos para compartir a igual ración entre todos. El más social de los animales, el hombre, procuró relaciones con sus semejantes que se sustentaban en el trueque a fin de satisfacer necesidades vitales. Nunca vivió con tan poco ni fue tan feliz, en su estado natural.
Cuando las relaciones de producción se tornaron más complejas, por el propio desarrollo de las fuerzas productivas, y hubo un excedente de mercancías, de inmediato apareció la codicia y, con ella, el pretensión de algunos de someter y explotar el trabajo ajeno.
La acumulación de riquezas, que no de virtudes, acentuó las diferencias sociales; así
surgieron las castas, luego las clases y, con estas, una ordenación de la sociedad que
privilegió el poder de una minoría enriquecida sobre la mayoría trabajadora.
Desde la abominable aberración de la “era” esclavista, pasando por la Cristiandad- así llaman algunos teóricos a la Formación Económico Social Feudal-, hasta la más corrompida y enferma de todas, el Capitalismo, “lo mejor de nosotros” tuvo lecturas profundamente egoístas, excluyentes y, por tanto, deshumanizadas: “Yo sí; tu no, y para que te estés tranquilo, invento a tu alrededor un mundo de fetiches y enajenación”. Vale decir, de manipulaciones y mentiras.
Esa contradicción ético-moral ha sentado las bases para el surgimiento de un modelo social que propicie la plenitud humana y, efectivamente, dé espacio para que aflore “lo mejor de nosotros”.
Pero no basta el modelo. Las herencias de la sociedad precedente no se borran de un plumazo. Ya se dijo que la realidad se percibe desde la cultura y los intereses. Y el fracaso del paradigma socialista de desarrollo en otras naciones, sembró desconcierto y duda acerca de su viabilidad y justeza.
Eufórico, el monstruo se lamió su entraña egoísta y se afiló los dientes. Las medidas económicas adoptadas para sobrevivir y salvar la dignidad amasada con sangre y sudor de muchas generaciones de cubanos, si bien oxigenaron las finanzas del país, también sirvieron de caldo de cultivo para que creciera la mala hierba.
Debido a la necesidad de establecer la dualidad monetaria, aparecieron privilegios no provenientes del trabajo honrado, y florecieron desigualdades inusuales en el entorno cubano. El egoísmo asomó su oreja peluda, e intentó desplazar conductas raigales de nuestra gente como la generosidad, la solidaridad, la cortesía, la educación formal, la sensibilidad ante el dolor (o la necesidad) ajeno.
Se trastocó el valor del trabajo y, con él, la percepción de que valemos en correspondencia con lo útil que podemos ser a los demás; en la misma medida que aportamos más a la sociedad; no a “mi mismo”.
Algunos dieron en llamar a este doloroso proceso “crisis de valores”, y lo justificaron con la pobreza material que nos trajeron los años duros del Período Especial, olvidando acaso que antes de 1959 hubo uno peor y, sin embargo, el deber de trabajar para ganar el pan y la decencia, gozaban de una significación social elevada, aun cuando los niveles de instrucción no eran en nada comparables a los de hoy. Es que resulta una cuestión de sentido común. No le falta razón a quienes alegan que Cuba es el único país del mundo donde se puede vivir sin trabajar.
Preclaro y sabio en la complejidad de su pensamiento, el compañero Fidel llamó a estas manifestaciones “Batalla de Ideas”, porque eso era, y es: la pugna entre los antivalores de la ideología capitalista (individualismo, egoísmo, avaricia, vanidad…) y la infinita humanidad que entraña el ideal socialista de nuestra Patria, tan vilipendiada y vejada en las plumas hipócritas de los voceros de ese sistema, inmerso no tanto en una crisis económica, como de credibilidad.
“El verdadero revolucionario está guiado por profundos sentimientos de amor”- expresó el Ché. Y sin humanismo, no hay amor. De eso se trata.

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